Autor: Lazaro David Najarro Pujol
Fecha: Enero 7, 2009
Ya, desde el siglo XIX un cronista español, Antonio Perpiñán, la consideraba así tan esplendida: «país de las palmas, de las brisas y de los perfumes […].la frondosidad de sus bosques, la hermosura de sus aves, lo pintoresco de sus montañas, lo sorprendente de sus cuevas, y lo ameno de sus esteros y de sus oasis sembrados en sus mares formando archipiélagos deleitables, bellos y encantadores»..
Tan es así, que más de 500 años después de su descubrimiento por Cristóbal Colón, sigue siendo la «tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto». Además de la plenitud de su naturaleza, tupida vegetación de un verde intenso, y sus playas de finas arenas, Cuba se distingue por la conservación de su patrimonio arquitectónico e histórico.
Las siete primeras villas fundadas por los colonizadores se mantienen casi intactas como las erigieron sus constructores, porque el entonces Gobernador de la Isla de Cuba, el Adelantado Diego Velázquez en el siglo XVI emprendió, de oriente a occidente, lo que se le ha denominado la campaña de colonización, en términos relativamente pacíficos en comparación con las conquistas de México y Perú, ya que la organización social de los aborígenes de la isla no hacía posible una resistencia importante a los soldados de la Corona.
Durante la campaña Velásquez realizada entre los años 1511 y 1515 se erigieron de oriente a occidente las primeras siete villas coloniales cubanas: Baracoa (entre 1511 y 1512), Bayamo (1513), Trinidad (1514), Sancti Spíritus (1514), Puerto Príncipe (1514) (hoy Camagüey) [1], Santiago de Cuba (1515) y La Habana (1515), aunque a la capital cubana se considera su nacimiento definitivo el 16 de noviembre de 1519..
La antigua Villa de Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, capital arqueológica de Cuba, fue fundada entre 1511 y 1512 por el Diego Velázquez, (los arqueólogos afirman que fue el 15 de agosto de 1511) y tuvo la primacía de haberse convertido en la primera capital y primer obispado de la Isla, por su proximidad a la isla de La Española.
El nombre de Baracoa (en 1518 recibió el título de ciudad, aunque no le fue conferido hasta algo más de tres centurias el escudo correspondiente), tiene su origen en una expresión de los aborígenes de la zona, que representa presencia de mar; otros aseguran que significa tierra alta.
Las dos denominaciones están armoniosamente relacionadas, porque Baracoa es una tierra alta con la presencia del mar. El bolsón de su bahía guarda centenarios secretos, escondidos en los restos de galeones y naves que yacen en su fondo marino. El paisaje es sorprendente no solo por su bahía en forma de gran laguna o de herradura entre montañas, sino también por una pintoresca elevación aplanada de forma rectangular de 575 metros de altura, conocida como el Yunque de Baracoa, por su semejanza con esa pieza utilizada por los herreros para su agotadora faena.
La comarca, cubierta de tupido follaje y besada por los vientos Alisios del norte, es un sitio de pasión, de leyendas...Es una ciudad inmensamente bella prodigada por su naturaleza, y sus aguas profundas y cristalinas de los ocho ríos de abundantes arterias fluviales que confluyen y fertilizan las tierras, entre ellos el Toa, uno de los ríos más caudaloso de la Cuba (con 120 kilómetros de extensión).
Bayamo, la capital de la oriental provincia de Granma, está ubicada al sudeste del país y con una población de 223 896 habitantes. Es una ciudad interesante y siempre joven (no obstante sus 495 años), y de muchas tradiciones. En esta otrora villa se compuso el Himno Nacional de Cuba: Al combate, corred, bayameses, sentencia una de sus estrofas.
El nombre de la también conocida Ciudad Monumento está sustentado en dos orígenes: el calificativo del Cacique de la comarca y la existencia del Bayam, árbol de la sabiduría, frondoso y de buena sombra.
Nos inclinamos por esta segunda hipótesis. Se asegura que desde 1512 existía aquí un Cacicazgo. Nos imaginamos los cantos de los indígenas que danzaban al compás del movimiento del fuerte caudal del río Bayamo que besa con sus aguas las tierras fértiles de la comarca de agricultores, ganaderos, alfareros...
Las condiciones de navegación del río propiciaron que el asentamiento floreciera casi a la parte de Santiago de Cuba. Tan es así que San Salvador de Bayamo se convirtió, el 5 de Noviembre de 1513, en la segunda villa fundada en la isla por Diego Velázquez. La polémica sigue en pie y las hipótesis se mantienen.
Tanto el nombre como el propio sitio exacto de su fundación están envueltos en la controversia. Se plantea que un año después de arribar Colón a las costas cubanas, se erigió la Villa de San Salvador, el segundo enclave de la Isla, luego de Baracoa. Se bautizó con el nombre de San Salvador en honor al Cacique Hatuey, indio rebelde quemado vivo por propagar las verdaderas intenciones de los colonizadores españoles.
Con estos elementos ya podemos iniciar este maravilloso viaje por el inigualable universo de una ciudad que le va a cautivar por muchas razones. Le cautivará por su historia, la hospitalidad de los bayameses, su sonrisa sincera, su alegría contagiosa...
Le cautivará asimismo su arquitectura de predominantes edificaciones del siglo XIX.
La Otrora Villa de Santísima de Trinidad fue fundada en 1514 por el Adelantado Diego de Velázquez, para inscribirse entre las siete primeras villas erigidas por los españoles en el archipiélago cubano.
Actualmente está entre los principales atractivos turísticos de la mayor de las Antillas, vinculados con ofertas de sol, playa, cultura, historia y tradiciones. En los años de su creación, la demarcación solo contaba con unas 40 familias.
Inmediatamente, en el mismo año 1514, quedó constituido su ayuntamiento con el título de Villa y nombrado gobernador el capitán Francisco de Verdugo, deudo del propio Diego de Velásquez.
A la ciudad se arriba (accesible por tierra por cuatro carreteras y una línea de ferrocarril) por el centro este, SANCTI SPIRITUS y el suroeste, CIENFUEGOS, a través una zigzagueantes carreteras de pintorescos paisajes que convierten ambas vías de acceso en toda una excursión turística, el primero, entre montañas, y el segundo bordeando el mar.
Complace estimar el Puente Azul en la carretera de Trinidad a Sancti Spíritus, Topes de Collantes y San Pedro. Por el Circuito Sur es imprescindible apreciar sus puentes y descansos, la vista al mar Caribe que besa la costa y el verdor de las montañas. Los primeros años de su creación,
Trinidad avanzó muy lentamente, aunque la villa contaba envidiable para muchos pobladores del centro de la colonia: su mar, a no más de 12 kilómetros de la urbe, de excelentes playas, las más fascinantes de la costa sur de Cuba, especialmente Ancón…
Desde su ribera, Hernán Cortes zarpó en 1518, por lo que la comarca marítima participa activa y directamente en los nuevos descubrimientos. Trinidad que deviene bello tesoro de las más diversas riquezas, extendió sus límites en el siglo XVI, como consecuencia de su incipiente industria azucarera, para crecer como un núcleo urbano entre rejas de singulares formas, llamativas edificaciones y calles empedradas.
Un siglo después la actividad económica se extiende a otras actividades: la ganadería, el cultivo del tabaco y comercio de contrabando.
Sancti Spíritus es fundada en 1514, (entre los meses de abril y mayo). Comarca que estaba poblada por grupos aborígenes que cultivaban la tierra y se dedicaban a la alfarería a orillas del río Tuninucú.
Los investigadores locales aseguran que en 1522, Sancti Spíritus o Espíritu Santo es trasladada a las márgenes del río Yayabo, a unos ocho kilómetros del lugar original (donde se encuentra actualmente), testimonio de lo cual lo constituye la Parroquial Mayor, finalizada su construcción en 1680 después de 60 años de trabajo.
Se afirma que su planta es casi idéntica a la parroquial mudéjar de Villa de Alcor, en Huelva, España. Según una la leyenda el traslado del asentamiento se debió a que una plaga de hormigas provocó pánico en la población.
El historiador de la ciudad Mario Valdés Navia apuntó que la comarca ha sido escenarios de importantes acontecimientos “que dejaron su huella indeleble en la historia de la localidad, de Cuba y de América, como fueron el citado Sermón del Arrepentimiento, del Padre Bartolomé de Las Casas (1514); la partida del Capitán Francisco Fernández de Córdoba, y su hueste, para Tierra Firme, en un viaje que traería consigo el descubrimiento del Imperio Azteca y la Vuelta a Cuba malherido de Fernández -quien vendría a morir en el viaje de regreso a Sancti Spíritus (1517)- y, por último, la llamada Rebelión de los Comuneros Espirituanos, que costó la vida al Alcalde rebelde Hernán López, muerto a puñaladas por el terrible Vasco Porcallo de Figueroa (1520), en un drama imperecedero que ha sido calificado por un historiador local como "el primer hecho popular revolucionario acaecido en América".
En el centro histórico de la villa señorean más de mil instalaciones de valor arquitectónico (coinciden distintos estilos constructivos: reminiscencias del barroco español, regional y el neoclásico); muchas de ellas erigidas en entre los siglos XVII y XIX. Es obligado mencionar al Teatro Principal (1839) y la ya mencionada Parroquial Mayor.
La Villa se caracteriza por sus calles estrechas y algunas empedradas como la calle Llano, que finaliza a orillas del río Yayabo, con sus modestas casas de estilo colonial que han resistido el paso del tiempo, con amplios patios interiores en los que la luz y colorido de los vitrales y una aureola de antigüedad le dan un toque distintivo. Pero no faltan tampoco algunas casas opulentas, en las calles Manuelico Díaz y Céspedes, fabricadas en la época de bonanza de los propietarios azucareros
La villa de Santa María del Puerto del Príncipe, una de las demarcaciones más antigua del país; fundada el 2 de febrero de 1514, según la tradición, porque existen diferentes hipótesis históricas de la creación de la comunidad, al igual que su sitio exacto, aunque la investigadora Hortensia Pichardo considera, a partir de ciertos documentos, que fue entre junio y julio de 1515.
La villa se asentó inicialmente en Punta del Güincho, en la norteña Bahía de Nuevitas, según un plano encontrado en el Archivo General de Indias, aunque aparece con el nombre de Pueblo Viejo, confirmado también en documentos del siglo XVIII. Desde el asentamiento se podía observar el mar. En la última decena de marzo de 1516, según el manuscrito de Balboa Troya, en el vecindario de la Villa la habitaban 97 castellanos, entre ellos 15 varones, mayores de edad y 23 hembras adultas.
Según algunos autores la zona estaba infectada de mosquitos y el agua no era abundante. Como consecuencia de estos inconvenientes geográficos, los habitantes se vieron obligados a buscar un lugar más adecuado y en el propio 1516 la villa se establece en el cacicazgo de Caonao, a la orilla del río del mismo nombre.
La villa se estableció en el sitio actual (cacicazgo de Camagüeybax) el 6 de enero de 1528, como consecuencia de una sublevación de indios, provenientes de las islas y cayos del norte y también de tierra adentro, que destruyó la comunidad y una gran parte de sus moradores castellanos perecieron en la rebelión. Pero no fue hasta el año 1903 que asume el nombre indígena de Camagüey, relacionado con el árbol de la Camagüa.
Este zona había sido recomendada con anterioridad por Fray Bartolomé de Las Casas, el padre de Las Casas, según consta en el documento Memorias sobre Remedio de los Indios presentado al Cardenal Cisneros "...al puerto que se llama Príncipe, que es casi en medio de la Isla, tiene tierra muy buena y de mucha caza y pescado y de toda manera de comida abundosa..." Ya en 1741, la Villa contaba con 13 000 habitantes.
No fue hasta 1756 que se terminó el puente sobre el río Tínima. A decir del Poeta Nacional Nicolás Guillen, esta comarca de pastores y sombreros "tiene una rojiza piel de barro" — entre renovada y vetusta — conformada por las tejas criollas, los ladrillos cocidos, los tinajones y las múltiples piezas de cerámicas.
En la capital agramontina se festeja — desde 1760 — el San Juan camagüeyano, que se inicia cada 24 de junio — día de San Juan — y concluye el 29 del propio mes — día de San Pedro. Salen a las calles y avenidas, las comparsas y congas para amenizar los desfiles.
Durante esos días es muy común el ajiaco criollo, un caldo espeso, con diversas carnes y viandas, aliñado con ají, ajo y otras especies. Entre los platos tradicionales también se incluye el tasajo, acompañado de arroz; aporreado, picadillo y la montería, confeccionada de recortería de cerdo asado, cocinada en salsas y servida en zócalo de casabe.
Camagüey es una ciudad de gente cautivadora, educada y culta, con un promedio de edad de 35 años y una esperanza de vida de más de 75. La capital agramontina tiene una población de 326 589 habitantes, más del 94% reside en el casco histórico de esta ciudad colonial que conserva su encanto ancestral. Es la cuna de El Mayor General Ignacio Agramonte; de la poetisa Gertrudis Gómez de Avellanada; de la patriota Ana Betancourt de Mora; del eminente científico Carlos Juan Finlay Barres y del poeta Nicolás Guillén
Santiago de Cuba tiene el mérito de haber fungido como la primera capital de la Isla, desde su
fundación en 1515 por el Adelantado Diego Velázquez de Cuellar, hasta 1556, año en el que fue desplazada como tal por San Cristóbal de La Habana que devino punto principal de encuentro de la flota que transportaba hacia España las riquezas de las colonias en el Nuevo Mundo.
Es considerada Cuna de la Revolución y en 1984 ser declarada Ciudad Héroe y recibir la Orden "Antonio Maceo" única del país con ese título que define su profunda vocación patriótica y exalta el espíritu revolucionario y abnegado de su pueblo.
Es casi obligado si viaja a Cuba visitar también la segunda ciudad en importancia de la mayor de las Antillas (de fuertes raíces africanas y españolas y una población de alrededor de medio millón de habitantes. La urbe posee importantes componentes de la nacionalidad, las costumbres, cultural.
Toda esa cultura se multiplicó después de la revolución haitiana de Toussaint Louverture en 1791, cuando centenares de emigrantes franceses llegaron a la ciudad santiaguera e introdujeron la cultura cafetalera en Cuba y también sus hábitos. Las ruinas de esas primeras plantaciones de café del sudeste de la Isla son verdaderas maravillas arqueológicas. En 2000 fueron declaradas por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad por ser una evidencia única de una forma pionera de la agricultura en un terreno hostil.
Pero es importante, al referirnos a paisajes naturales, hacer referencia también al Parque Baconao, inscripto en 1987 por la UNESCO en la Red Mundial de Reservas de la Biosfera.
Dado a toda esa representación de cultural es que coinciden múltiples estilos arquitectónicos, desde el barroco más elemental hasta el neoclásico más depurado; construcciones coloniales con inmensos ventanales y apretados balcones que tornan a Santiago de Cuba en ciudad excepcional de múltiples valores y atractiva y exótica naturaleza que la convierten en una de las más pintorescas del país.
Santiago de Cuba tiene una importante incidencia en la historia de Cuba, fue escenario de la Guerra de los Diez Años y de la Guerra de Independencia, la ciudad fue testigo del fin del dominio colonial español y su gente también participó en acciones decisivas como el Combate de la Loma de San Juan y la Batalla Naval de Santiago de Cuba. Nuevamente fue historia cuando el 26 de julio de 1953 se produce el asalto al Cuartel Moncada, lidereado por Fidel Castro y posteriormente es escenario de la lucha clandestina urbana en contra de la dictadura de Fulgencio Batista.
San Cristóbal de La Habana según los investigadores su denominación surge de la fusión del nombre del santo escogido como patrón y del nombre por el cual se le conoció en sus primeros asentamientos: Habana. Gentilicio habanero.
De igual forma se sustenta la hipótesis de que el origen de este nombre se deriva del cacique taíno llamado Habaguanex, que controlaba la zona del primer asentamiento de lo que es hoy la capital cubana, aunque existen otras versiones.
Las investigaciones también plantean que la Plaza de Armas, en la época colonial, devino centro de la vida oficial y pública de la Ciudad de La Habana. Está comprobado que en El Templete se constituyó el primer Cabildo y se efectuó la primera misa.
Pero no es hasta el 20 de diciembre del año 1592, que Felipe II confiere a La Habana el título de ciudad, veintinueve años después de que el gobernador de Cuba trasladara a ella su residencia oficial desde Santiago de Cuba, sede hasta entonces del gobierno de la isla.
La villa se fortifica durante el siglo XVII por mandato de los reyes que la suscriben como "Llave del Nuevo Mundo y antemural de las Indias Occidentales". La demarcación se erige con las maderas, el material más abundante de la isla.
Entre esos inmuebles se pueden mencionar el convento de San Agustin, el castillo de El Morro, la ermita del Humilladero, la fuente de la Dorotea de la Luna en La Chorrera, la iglesia del Santo ángel Custodio, el hospital de San Lázaro, el monasterio de Santa Teresa y el convento de San Felipe Neri. Corría el año 1728 cuando se funda la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo en el convento de San Juan de Letrán.
Una de las obras significativas de ciudad es el faro situado en la fortaleza de El Morro, cuya construcción data del siglo XVIII. El faro, a la entrada de la bahía funciona con las ópticas de procedencia francesa, que fueron instaladas al cuando se ejecutó el Castillo, incluyendo los mecanismos originales de contrapeso y palancas para su operación. Solo el sistema de iluminación (actualmente eléctrico), es el único cambio importante realizado a esta obra.
La urbe continuó su desarrollo y en 1837 se inaugura el primer tramo de ferrocarril, de 51 kilómetros entre La Habana y Guines, con lo que Cuba se convierte en el quinto país del mundo en contar con ferrocarril, el cual propició, en 1850 un crecimiento de las industrias azucarera y tabacalera, entre otras.
En el propio siglo XIX ejecutan disímiles y centros culturales, como el Teatro Tacón, uno de los más lujosos del mundo, el Liceo Artístico y Literario y el teatro Coliseo.
En la etapa de la república se construyeron numerosos edificios, especialmente en la década de los años 30. Se ejecutaron suntuosos hoteles, casinos y esplendidos clubes nocturnos. Ejemplos de estas construcciones son el Habana Libre y el Hotel Nacional de Cuba.
Hemos ofrecido una síntesis de la historia, arquitectura… de una ínsula con un incuestionable desarrollo cultural, educacional, deportivo y científico. Su gente se aferra a mantener esa arquitectura colonial no vista en muchas partes de América, no solo en las siete villas reseñadas, sino en otras ciudades de la isla más grande de las Antillas, ubicada al sur de Florida y al este de la península de Yucatán.
La isla domina las dos entradas al golfo de México, el estrecho de Florida y el canal de Yucatán.
Al este, Cuba está separada de la isla La Española por medio del Paso de Barlovento, una ruta para embarcaciones que une el norte del Océano Atlántico con el Mar Caribe. Cuba se extiende a lo largo de 1.225 km. desde el cabo de San Antonio hasta el cabo Maisí, los extremos occidental y oriental
respectivamente. Tiene una anchura cuyo promedio es de 80 km. con amplitudes extremas que van desde los 35 hasta los 257 km. La superficie total es de 114.524 km2.
Autor: Lazaro David Najarro Pujol
Fecha: Enero 7, 2009