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Malecón de La Habana: el verdadero pulso de la capital cubana.

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Atardecer en el Malecón de La Habana

El Malecón de La Habana, de fama universal, además de impresionante y colosal es una obra maravillosa, un muro costero de concreto que bordea parte de la capital cubana, desde el Vedado a La Habana Vieja.

Ese paseo marítimo, que corre paralelo al litoral, es el sitio de ocio más frecuentado por los habitantes de la isla y turistas extranjeros que acuden al esplendido sitio a respirar la brisa del mar, conversar o a trotar a través de sus alrededor de 8 kilómetros de extensión.

El Malecón es un lugar precioso para los enamorados, los pescadores aficionados, pintores y artistas de disímiles especialidades: un verdadero pulso de la ciudad, fiel reflejo de la vida de sus habitantes.

Es un escenario para contemplar el vaivén de las olas del mar y pasear plácidamente; una de las principales arterias de la ciudad de La Habana y sitio de obligada referencia para todo el que apuesta por la isla como destino para el descanso y la recreación.

Historia del surgimiento del Malecón

El primer tramo se inauguró en mayo de 1902, entre el Castillo de la Punta, a la altura del Paseo del Prado, y la calle Crespo. Se le nombró la Avenida del Golfo, aunque los habaneros la llamaban simplemente El Malecón; luego se fue extendiendo a lo largo del extremo norte de la ciudad; en 1919 llegó a Belascoaín. Pero en 1927 sufrió los embates de un terrible huracán y además de las labores de restauración, se terminó el área entre La Punta y los muelles, denominándose Avenida del Puerto.

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Malecón de La Habana

Durante todos esos años, le imprimieron más belleza el Malecón, La Glorieta de La Punta, el Hotel Miramar, el parque José de la Luz, el Anfiteatro de La Habana y el sempiterno Castillo de la Fuerza. Posteriormente, en 1930 el Malecón continuó, ahora en sentido contrario de La Avenida del Puerto, hasta la calle G en el Vedado; en 1950 alcanzó las calles Línea y por supuesto, el Túnel de La Bahía.

A lo largo de la vía (un segmento clave en el orden vial de la ciudad, pues con sus seis carrileras, tres en cada dirección, permite una circulación fluida), se fueron erigiendo lujosos hoteles, como el Nacional, el Deauville, el Riviera; y edificios multifamiliares y comerciales, restaurantes, centros de recreación y los monumentos a personalidades de la gesta independentista cubana, como el Generalísimo Máximo Gómez, el lugarteniente General Antonio Maceo, el Mayor General Calixto García Iñiguez, a las víctimas de la explosión del acorazado Maine y el obelisco a José Martí.

Opiniones sobre el Malecón habanero

La balanza de las opiniones sobre el Malecón de La Habana se inclinan casi absolutamente a lo positivo:

“Es mi rincón favorito de La Habana, con las olas chocando todo el rato sobre las rocas y salpicando a todo el que pasaba cerca”.

“Precioso atardecer que desde allí se podía ver”.

“Una tarde de mis vacaciones en Cuba. Sentado en el Malecón de La Habana viendo a estos pescadores. Parece que no pase el tiempo, en la otra punta del mundo, con olor a gasoil y a salitre del mar. Un momento realmente inolvidable”.

“Una franja, exquisitamente original. El Caribe esplendorosamente expone su belleza, frente tienes el gran Castillo de la Real Fortaleza.”

“Visita imprescindible de turistas, pero también de las habaneras y habaneros, configurando así un flujo constante de personas, eso sí, al más puro ritmo paulatino cubano. Recorrer a pie el trecho que comprende el malecón te ofrece una particular vista de esa parte de la isla... “.

El Muro del Malecón, con más de 117 años de existencia, es testigo de importantes acontecimientos históricos, patrióticos y festivos. Es el sitio preferido para evadir del calor nocturno que caracteriza el verano en la Perla del Caribe.

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Hotel Nacional y Malecón de La Habana
malecón de la habana, al caer la tarde
Atardecer en el Malecón de La Habana
pescador en el malecón
Pescador en el Malecón de La Habana

Autor: Lázaro David Najarro Pujol

Fecha: Noviembre 4, 2009